Dicen que después de las tragedias la gente suele olvidarse de quienes necesitan ayuda. Pero la solidaridad no puede distinguir tiempo ni espacio, e incluso considerando la llegada del invierno, surgen nuevas urgencias. Por eso, la pastoral de apoderadas y apoderados llamó a la solidaridad de las familias del colegio consiguiendo ropa en buen estado y tejiendo los cuadrados que luego las mismas alumnas, abuelas y apoderadas unen en frazadas.
El trabajo fue también clasificar, lavar y planchar la ropa con el fin de dejarla separada en bolsas según género y tallas.
Los destinatarios fueron las familias de la sede de la comunidad de El Salto en Viña del Mar, cuyas casas fueron arrasadas por los incendios del verano. Dicha sede atiende a todas las familias del sector que principalmente trabajan en construcción, criadero de ovejas o transporte.